Las escaras, también conocidas como úlceras por presión, son lesiones en la piel y en los tejidos subyacentes que se producen como resultado de una presión prolongada sobre la piel. Generalmente, afectan a personas que tienen movilidad reducida, como los adultos mayores, personas con discapacidades o aquellos que están postrados en cama durante largos períodos de tiempo.
Estas lesiones se desarrollan cuando una parte del cuerpo está sometida a una presión constante, lo que reduce el flujo sanguíneo a esa área y priva a los tejidos de oxígeno y nutrientes. Esto causa daño a la piel y a los tejidos subyacentes, lo que puede llevar a la muerte celular y, eventualmente, a la formación de una herida abierta.
Las áreas más comunes donde se forman escaras son aquellas con prominencias óseas, como los talones, codos, caderas, sacro (parte baja de la espalda) y los omóplatos. Se desarrollan en etapas, y es crucial identificarlas temprano para prevenir un daño mayor. ¿Cuáles son estas etapas?
Etapa 1: La piel está enrojecida, pero intacta. Al presionar la piel, ésta no se blanquea. Puede haber dolor o molestias en el área.
Etapa 2: La piel se rompe y se forma una úlcera superficial. La herida puede tener la apariencia de una ampolla llena de líquido o una zona abierta y poco profunda.
Etapa 3: La úlcera se profundiza, afectando la capa de grasa debajo de la piel. Puede aparecer una herida con un cráter visible.
Etapa 4: La lesión se extiende hasta los músculos, huesos y otras estructuras subyacentes. Esta etapa puede estar acompañada de tejido necrótico (muerto) y es muy dolorosa.
Cómo curarlas
El tratamiento de las escaras varía según la gravedad y la etapa de la lesión. La clave para la curación es reducir la presión sobre el área afectada, mantener la herida limpia y húmeda, y controlar cualquier infección.
Si bien depende de cada herida y persona en particular, a nivel general los pasos para una correcta curación son:
- Alivio de la presión: cambiar de posición regularmente para evitar que la presión se concentre en una sola área. Usar almohadas o colchones especiales que redistribuyan la presión.
- Limpieza de la herida: lavar la herida con solución salina estéril (agua con sal) para eliminar residuos y bacterias. Evitar el uso de soluciones irritantes como peróxido de hidrógeno o yodo, ya que pueden dañar el tejido sano.
- Desbridamiento: este es el proceso de eliminar el tejido muerto o infectado para promover la curación. Esto puede ser realizado por un profesional de la salud utilizando diferentes métodos, como el corte quirúrgico, el uso de enzimas o apósitos especiales.
- Apósito y cuidado de la herida: cubrir la herida con un apósito adecuado que mantenga el área húmeda y protegida de la infección. El tipo de apósito dependerá de la etapa de la escara. Cambiar el apósito según las indicaciones del médico o enfermero, o si se ensucia o se moja.
- Control de infecciones: si la herida muestra signos de infección (enrojecimiento, hinchazón, pus o fiebre), consulte a un médico para el posible uso de antibióticos. Debe mantener la herida limpia y seguir las indicaciones de un profesional de la salud para evitar la propagación de la infección.
- Nutrición adecuada: Una buena nutrición es esencial para la cicatrización. Hay que asegurarse de que el paciente reciba una dieta rica en proteínas, vitaminas y minerales, especialmente vitamina C y zinc.
- Seguimiento médico: Las escaras en etapas avanzadas o que no muestran signos de curación requieren atención médica especializada. Es posible que se necesiten intervenciones adicionales, como terapia de presión negativa o cirugía.
Cuidar a alguien con escaras requiere paciencia, atención y conocimientos. Siguiendo estas pautas y contando con el apoyo de profesionales de la salud, es posible manejar y curar las escaras de manera efectiva, mejorando la calidad de vida del paciente.