La disfagia es una dificultad para tragar alimentos o líquidos, que puede afectar la nutrición, la hidratación y la calidad de vida de quienes la padecen. Es especialmente común en adultos mayores y en personas con enfermedades neurológicas como Parkinson, demencia o tras sufrir un accidente cerebrovascular.
En Argentina, se estima que entre el 8% y el 12% de la población general sufre disfagia. Sin embargo, su prevalencia aumenta considerablemente en adultos mayores institucionalizados, alcanzando hasta el 60%. Además, alrededor del 80% de los pacientes con enfermedades neurológicas como ELA, demencia y Parkinson presentan este trastorno.
Señales de alerta. Es importante estar atentos a los siguientes signos:
- Tos o atragantamiento al comer o beber.
- Sensación de que la comida se queda atascada en la garganta.
- Babeo o dificultad para mantener los labios cerrados al tragar.
- Pérdida de peso involuntaria.
- Infecciones respiratorias frecuentes, como neumonías.
¿Cómo adaptar la alimentación?
Una alimentación adecuada es clave para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas con disfagia. Algunas recomendaciones incluyen:
- Modificar la textura de los alimentos: Triturar o licuar los alimentos sólidos y espesar los líquidos para facilitar su deglución.
- Evitar alimentos con grumos o partes duras: Como frutas con semillas, carnes fibrosas o panes con corteza.
- Mantener una postura adecuada al comer: Sentado, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante.
- Ofrecer porciones pequeñas y controlar el ritmo de la comida: Asegurándose de que se haya tragado completamente antes de ofrecer la siguiente cucharada.
- Consultar con profesionales de la salud: Como nutricionistas y fonoaudiólogos, para diseñar un plan de alimentación personalizado.
Entre algunos ejemplos de comidas adecuadas para estos pacientes se destacan:
- Purés suaves: De verduras, legumbres o carnes.
- Postres cremosos: Como yogures o flanes sin grumos.
- Líquidos espesados: Utilizando espesantes comerciales o naturales como la maicena.
- Alimentos enriquecidos: Añadiendo aceite de oliva, leche en polvo o suplementos proteicos para asegurar una nutrición adecuada.
El acompañamiento de familiares y cuidadores es fundamental. Brindar un ambiente tranquilo durante las comidas, respetar los gustos del adulto mayor y estar atentos a cualquier cambio en su capacidad para tragar son aspectos esenciales. Además, es importante contar con el asesoramiento de profesionales de la salud para garantizar una alimentación segura y nutritiva.
Adaptar la alimentación de las personas con disfagia no solo mejora su nutrición, sino que también les permite disfrutar de las comidas y mantener su calidad de vida. Con el apoyo adecuado, que muchas veces deben brindar los cuidadores a cargo; es posible enfrentar este desafío de manera efectiva y compasiva.